¿Llega el fin de la calvicie?

Trasplante capilar
Científicos de la Universidad de Pennsylvania han identificado una molécula que es más abundante en las calvas que en las zonas cubiertas de cabello, y que podría conducir al desarrollo de cremas y medicamentos para poner fin a la calvicie masculina.

Se trata de la proteína prostaglandina D2 (PGD2), que cuando está presente en exceso en ciertas zonas del cuero cabelludo hace que la calvicie avance a pasos acelerados. La buena noticia es que los científicos han descifrado el modo de trabajar de la PGD2: inhibe el crecimiento del cabello porque interactúa con un receptor llamado GPR44. Dado que ya existen decenas de fármacos experimentales capaces de bloquear este receptor, podríamos estar ante un tratamiento efectivo (y definitivo) contra la alopecia androgénica, que deja sin pelo al 80% de los hombres europeos.
Un buen riego sanguíneo también puede obrar auténticos milagros si tu cabeza está empezando a convertirse en una bola de billar. Al menos eso es lo que se desprende de un experimento realizado por científicos del Hospital General de Massachusetts, que usando una proteína (VEGF) que estimula el crecimiento de venas y arterias en la piel han conseguido que el pelo crezca el pelo más rápido y más fuerte, incrementando su volumen hasta un 70%. Según publicaban en la revista Journal of Clinical Investigation a raíz de sus ensayos, aumentar el riego en el cuerpo cabelludo hace que los folículos capilares crezcan y revierte la alopecia.
Y ahí no acaba la cosa. Un fármaco llamado Bimatoprost y usado desde hace algún tiempo para el tratamiento del glaucoma podría combatir también la pérdida de la cabellera, ya que consigue que el pelo humano vuelva a brotar, según han demostrado Valerie Randall y sus colegas de lla Universidad de Bradford.
Otra vía de investigación prometedora es la que acaban de abrir científicos del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) al descubrir que, en una fase determinada del crecimiento natural del pelo, intervienen los macrófagos del sistema inmune. Se trata de unas células encargadas de defendernos de infecciones, reparar heridas y devorar posibles patógenos... pero también, según se acaba de probar, de la regeneración del pelo.
Según la investigación, en un momento concreto del crecimiento –normal– del pelo una parte de los macrófagos muere –por el proceso de muerte celular autoinducida conocido como apoptosis–, y es entonces cuando el pelo empieza a crecer de nuevo. Es decir, la muerte de una parte de los macrófagos parece ser la señal que empuja al folículo piloso a entrar en la siguiente etapa del ciclo. Este hallazgo podría usarse para nuevos desarrollos farmacéuticos en la lucha contra la alopecia.

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